No acepto un no por respuesta,
igual que un nunca,
o un quizás.
Admito el alto grado de exigencia
que impongo a los demás,
admito mi exagerada autoexigencia.
Reprimo,
provocando explosiones en soledad,
arañando corazones a escondidas,
y rompiendo poemas pensados.
Lloro hacia dentro,
y acabo reteniendo tanta sal,
que me saturo,
y tanto agua,
que me ahogo.
Lento.
Me río de quien muere en un instante,
porque no ha probado a vivir muerto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario