Plasmar en un papel
todo lo que duele
y luego lanzarlo al fuego.
Es irónico que siga doliendo.
El único desahogo que alivia
dura poco, es efímero, como todo
lo que plasmo,
arde
y la realidad
me quema,
me consume,
me revive y alimenta
y cuando consigo sacar algo bueno
lo vuelvo a plasmar
en un avión de papel, como todo
y entonces, llueve,
y todo, TODO se deshace.
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