Quiero gritar
tan alto que me oigan universalmente
pero aún con más ganas
quiero llorar, 
llorar de rabia
un río entero dedicado a todo lo que tengo
un río en el que saltar,
desde muy alto, tanto como mi grito
(Unos 400 metros)
y entonces poder ahogarme 
con la fuerza del río de mi infierno
que tiene tanta, que mata
casi por capricho.
Y así demuestro 
que no todos los infiernos tienen fuego
y que todo lo inofensivo,
según se use, 
puede ser letal.
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