Entonces dio la orden. Todo listo. Ya.
Y salió, directa. El suelo empezó a temblar, los perros ladraban, y en el bosque, allí todos corrían cuanto más lejos mejor. Absolutamente una población dependía de lo que hiciera un hombre. Sí. No. Sí. No. Sí. No. Sí. Sí. Sí. Y fue en ese precioso instante cuando la activó. Sentía algo tan fuerte que sabía que la detonaría. Una bomba guiada a la catástrofe más segura, y a la misión más aterradora. Una bomba de emociones de esas que no dejan vivo a nadie que esté cerca. Salvo a ella. A ella no podría hacerle daño.
7/6/15
Liberación de energía
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