Entonces se hizo la oscuridad para dar paso a los llantos y gritos de la gente, estaba tan perdido como cualquiera de los que estaban a mi alrededor y sin embargo, para mí, yo era el que estaba viviendo la peor de las posibles visitas al infierno. No veía nada (ni a nadie) así que estaba completamente solo aunque me acompañara toda esa multitud de ruidos que supone vivir en sociedad, aunque de vez en cuando me chocara como consecuencia de la ceguera. Lo peor era sentir mi cara húmeda todo el rato, ya no sé si por el sudor o por las lágrimas. Por fin encontré un rincón que parecía apartado y, a tientas, me senté y me hundí como pude en mis pensa(senti)mientos. Y bueno, aquí sigo, esperando a despertar de la pesadilla o a aceptarla ya como realidad.
6/4/15
Subsuelos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario