6/3/16

Reyes efímeros

Ninguno de los nosotros sabemos qué hacemos aquí. De hecho, por no saber, de tanto hablar no sabemos ni el día que es. Y es que aún desconociendo todo, nos reunimos cada día en el muro de la calle de Nene.Uno a uno vamos llegando, encendemos el cigarro y el mundo se reduce a nosotros. Ya no hay casas, ni personas paseando a sus perros, ni siquiera existe la prostituta de la esquina, de la que Jaime dice estar enamorado. Hablamos de la vida, nos preguntamos si el infierno será mejor que esto. Cada uno de nosotros defiende sus ideas incluso mejor que a su propia familia, atacando con argumentos distintos y defendiéndonos citando a cada uno de nuestros héroes. A veces Fran se cabrea porque es el que más cabezota y entonces se calla y frunce el ceño mientras piensa sobre distintos asuntos dándose la razón a sí mismo, cuando se da cuenta de que el cigarro se le ha acabado, se enciende otro y vuelve a participar. Somos poetas de la calle, y decimos lo que queremos decir aunque sea a un grupo reducido, creamos nuestra propia realidad y aunque sea efímera, la amamos más que si fuera eterna. Charlamos sobre política, sobre lo rojo que es uno, lo azul que es el otro...sobre lo negro que está todo. Hablamos de si existe Dios y de que si es así, cómo puede no mover ficha en el juego de los hombres, con la de muertos que hay a diario. También escuchamos delirios, como los que tiene Jorge gracias a Ainara, o las imaginaciones de Luis sobre lo rico que va a ser en el futuro...dice que va a sacar a su familia de este barrio y que va a convertir a sus hermanos en herederos de un nuevo imperio. Dejamos que cada uno suelte tacos y critique lo que sea. Abucheamos a la mierda de sociedad en la que nos ha tocado vivir. Maldecimos a cada joven que prefiere esconderse antes que luchar. Bendecimos a Hendrix. Discutimos sobre el terrorismo, creamos nuestra propia revolución antiviolencia y establecemos la reglas de la rebelión a palabra armada. Nos reímos de Charlie, que está siempre en su mundo, luego siempre acaban Aitor y él a hostias, porque los dos se toman todo muy en serio. Al final oímos a la madre de Nene gritar por el balcón: "Nene, ya puedes ir entrando o te quedas sin cenar, que tu padre ruge de hambre", así que rompemos la formación y cada uno desfila a su casa, recordando que aunque tengamos 18 años, somos los héroes de nuestra propia nada, que mañana volveremos a crearla entre humo, palabras, risas y patadas.

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