Quizá somos lo que nunca pedimos ser.
Fuimos a firmar los papeles de identidad
y la letra pequeña había ido a pasear.
Qué ingenuos fuimos al ver la palabra felicidad y creer que algún día podría
describirnos más allá de un segundo.
Qué tontos los que creen que el cambio
es una opción y mientras tanto siguen
rodando entre escaleras.
No podemos elegir, por ello nuestro inconformismo
ha decidido otorgarnos una mezcla de amargura, sufrimiento y adicción, convenciendonos de que
siempre querremos más
aunque no haya opción a nada.
25/10/17
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