25/10/17

Llora

Odio el llanto que sigue a la tristeza, pero odio más la permanencia de ésta tras el llanto. Nada va cambiar nunca, para qué voy a engañarme. A veces pienso que no merece la pena pensar, dar vueltas a lo mismo una y otra vez, intentando sacar nuevas posibilidades, conclusiones o directamente culpables. Siento una angustia que no me permite hablar, porque cada vez que lo intento mis ojos se inundan en sangre y ésta fluye hacia mi boca sin importarle interrumpirme en mi conato comunicativo. Creo que lo mejor es andar en silencio, como un cadáver vivo, sin guerras que librar, sin problemas que asumir. Al fin y al cabo nunca pude hacerlo bien, y ahora que intentaba pasarme al lado con más luz, he cerrado los ojos.

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