25/4/17

Accidentes

Cuando dos personas se presentan, lo primero que hacen es decirse el nombre como si eso fuera lo más importante.

Soy una de esas personas que de vez en cuando necesitan huir. Hace unos días fui a tomarme un café para despertarme un poco por la mañana, mientras bebía empecé a pensar en todo lo que estaba pasando, todo lo que he hecho, todo lo que no he hecho, lo que quiero hacer y con quién…me sentía como si todo el oxígeno del planeta se hubiera ido a parar a mi cabeza y estuviera a punto de explotar de la presión. Decidí que tenía que salir de la cafetería, pagué apresuradamente mi americano y caminé hasta un puente que daba a la carretera. No es la primera vez que voy allí en momentos de saturación, pero aún no sé cómo se llama. Sin embargo ese día fue diferente. Me detuve en una zona donde no suele pasar nadie y me senté con las piernas entre los barrotes y mirando a la carretera. Luego encendí un cigarro y continúe enredando el hilo de mi pensamiento…hasta que apareció. Llegó como si nada, con una chaqueta vaquera y pintas de no haber pasado por casa en tres días, con una bolsa verde en la mano derecha y un cigarro en la izquierda. Entonces se sentó a mi lado imitando mi postura. Yo en ese momento no sabía cómo reaccionar, claramente estaba invadiendo mi espacio y le daba igual. Le miré para que se sintiera algo avergonzado, pero me miró y siguió a lo suyo. Su tranquilidad me sacaba de quicio, pero me negaba a cambiarme de sitio, yo había llegado antes. Opté por ignorarle.

-Llevas ya dos horas aquí como mínimo

No me lo podía creer.

-Sí

-Y desde que llegué, calculo que media cajeta.

-Probablemente.

-Parece como si quisieras ser un coche más, por todo el humo que estás expulsando .

-Sí, lo que tú digas.

¿Pero este tío qué se cree? Yo hago lo que me da la gana que para eso ya soy mayorcito.

-¿En qué piensas?

-En que venía buscando un poco de tranquilidad y me he topado contigo.

-En realidad ha sido al contrario, yo he tenido la suerte. De hecho estás sentado en mi sitio.

-¿Cómo que tu sitio?

-Está escrito, date la vuelta.

Me giré y pude observar una especie de firma en el suelo.

-La calle es de todos.

-Sí, pero ese es mi sitio, vengo aquí todos los días desde hace tres meses.

Me callé, no tenía ni idea de qué quería conseguir este tío con toda esta tontería de su sitio, así que pensé que lo mejor era seguir inmerso en mis asuntos, que además ya estaban suficientemente contaminados de incomprensión. A pesar de ello, a los diez minutos volvió a intentarlo.

-¿Sabes? A veces me preguntó por qué las cosas ocurren como ocurren, por ejemplo tú y yo ahora mismo…no sé qué es lo que te ha traído hasta aquí pero estoy seguro de que eso impulsará otro acto, y otro, y otro…en fin lo que quiero decir es que todo el mundo en realidad busca algo de manera inconsciente y son las propias personas las que nos ayudamos a colocarnos en el sitio que nos corresponde, aunque hoy parezca que me hayas robado el mío.

-No estoy de acuerdo, yo no sé lo que busco, no tengo un sitio y no creo que nunca pueda llegar a establecerme en ningún lugar.

-Eso es mentira, todo el mundo en el fondo busca algo. Hay algo que tienes que querer.

-Claro que quiero muchas cosas. Quiero que el mundo se dé la vuelta, quiero sentirme útil y valiente, quiero que la gente no sufra, la maldita paz mundial, que todo salga bien por una vez…pero sobre todo quiero dejar de querer porque eso mismo me está destrozando.

-Eso es un error, no se puede dejar de querer porque dejaríamos de ser quienes somos. Nuestra identidad es la forma en que amamos, ya no solo a las personas sino también a las cosas, cuando algo te apasiona es cuando realmente eres libre y de verdad te expresas como persona. Desear, querer, va unido a amar  porque nada se consigue sin la voluntad que genera una pasión.

-Me he perdido completamente en tu discurso, además, no sé por qué vienes aquí y te crees con derecho a darme lecciones de moral cuando tú mismo has dicho que llevas viniendo aquí tres meses. ¿No tienes nada mejor que hacer?

-La verdad es que no. Yo ya encontré mi sitio, y es este puente...de hecho una persona lo encontró por mí. Le puso mi nombre y ahora tú estás ocupándolo, el intruso eres tú.

Lo que faltaba. Hice el amago de levantarme, ya me estaba cansando este individuo y si quería su dichoso sitio yo podía irme a cualquier otro, allí aprovecharía mejor mi tiempo. Pero en ese momento se levantó también.

-¿No querías tu sitio? Ahí está, deja de liarme ya, no quiero seguir tu juego.

-¿Y dónde pretendes ir? ¿No te das cuenta?

-¿De qué?

-De que de alguna forma, esta conversación, este encuentro entre nosotros, tenía que darse. Es la gran estafa del destino. Todo gira en torno a ti en tu universo, y todo gira en torno a mí en el mío, sin embargo a veces dos universos chocan y entonces tiene lugar un accidente...igual que cada día ocurre entre los vehículos que circulan bajo nuestros pies, simplemente suceden de forma imprevisible, e inevitablemente cada sujeto implicado queda tocado por la catástrofe.

-¿Dices entonces que cada una de las relaciones que tengamos van a provocarnos de alguna manera perjuicios? Yo estoy jodido amigo, pero tú sin duda estás mucho peor, tú estás roto.

-Yo, “amigo” sigo vivo, pero evidentemente tocado y adicto a cada impacto.

Es entonces cuando me di cuenta de que su presencia no me molestaba, de hecho era extrañamente cómoda. Saqué de nuevo la cajeta y le ofrecí un poco más de destrucción, lo aceptó en silencio. Seguimos durante un par de horas más sentados, escuchando la ciudad hasta que anocheció, entonces se levantó y se fue sin decir palabra.

Al irse me di cuenta de que no me había dicho cómo se llamaba, supuse que para mí siempre sería un extraño con quien pude experimentar la empatía del silencio por unas pocas horas. Los humanos somos entes circulantes de una M-30 sin salidas concretas, nos obcecamos en intentar encontrar “el camino propio” cuando en realidad nuestro destino nos lleva a chocarnos contra una disparidad de personas que van construyéndolo y dejando señales en cada colisión.  Se dice que el pasado ya no importa porque ya se ha recorrido, pero la realidad es que cada vez que volvemos la cabeza cada huella nos remite a un recuerdo que ha marcado nuestro camino, no con un nombre sino con una identidad colaboradora en su construcción, que es la nuestra. Pasado, presente y futuro dejan de ser un nombre estático y pasan a ser una carretera con mil automóviles en funcionamiento.  

Cuando dos personas se presentan, lo primero que hacen es decirse el nombre, como si eso fuera lo más importante, y sin embargo sólo se conocen cuando tiene lugar un accidente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario