el alma pasa a arderme en lágrimas,
echando de menos la voz de una mano,
el grito de tu vientre
y la fortaleza del querer.
Ahora envidio a las palomas,
porque vuelan a tu casa cada día,
vigilando el horizonte.
Envidio las estrellas que ves desde tu terraza,
porque las mías están cubiertas de polvo,
y sin tus ojos no es lo mismo.
Cuando el amor está a kilómetros,
las tecnologías nos invaden,
haciéndonos creer que una imagen,
es consuelo para los amantes.
Odio verte reclamar,
odio verte llorar,
odio no poderte abrazar.
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