25/10/17

Más

Quizá somos lo que nunca pedimos ser.
Fuimos a firmar los papeles de identidad
y la letra pequeña había ido a pasear.
Qué ingenuos fuimos al ver la palabra felicidad y creer que algún día podría
describirnos más allá de un segundo.
Qué tontos los que creen que el cambio
es una opción y mientras tanto siguen
rodando entre escaleras.
No podemos elegir, por ello nuestro inconformismo
ha decidido otorgarnos una mezcla de amargura, sufrimiento y adicción, convenciendonos de que
siempre querremos más
aunque no haya opción a nada.

Llora

Odio el llanto que sigue a la tristeza, pero odio más la permanencia de ésta tras el llanto. Nada va cambiar nunca, para qué voy a engañarme. A veces pienso que no merece la pena pensar, dar vueltas a lo mismo una y otra vez, intentando sacar nuevas posibilidades, conclusiones o directamente culpables. Siento una angustia que no me permite hablar, porque cada vez que lo intento mis ojos se inundan en sangre y ésta fluye hacia mi boca sin importarle interrumpirme en mi conato comunicativo. Creo que lo mejor es andar en silencio, como un cadáver vivo, sin guerras que librar, sin problemas que asumir. Al fin y al cabo nunca pude hacerlo bien, y ahora que intentaba pasarme al lado con más luz, he cerrado los ojos.

Abajo

A veces pienso que no debería ser así.
Y sin embargo siento cómo se hunde la mitad del suelo en la que me encuentro, mientras el resto sigue hablándome desde arriba como si nada. No sé por qué no me ayudan a salir de este agujero. Me cuentan sus preocupaciones, sus problemas, sus alegrías... Y pretenden que yo, hundida en el terreno les pueda salvar de su situación o que al menos logre sentir lo que sienten. Ojalá sintieran lo que siento yo.
Y de repente un día oí un estruendo terrible a unos pocos metros. Alguien había caído en un agujero como yo. Y ese alguien eras tú. Fui corriendo a buscarte, a entenderte y a entenderme... Y al llegar veo esa puerta que has construido.
A veces pienso que no debería ser así.