18/3/17

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Las relaciones humanas son complicadas. La base de la vida es sencilla, consiste en comer, respirar, dormir...todo funciona perfectamente y de manera automática. No se tienen problemas, no hay días raros en los que una persona nubla tu mente, no hay pérdidas de papeles ni de tiempo tampoco, no hay juego y por tanto, no existen las trampas. Todo fluye de una manera casi recta hasta que te topas con otro individuo, en ese momento te planteas la situación y empiezan las curvas. De repente te encuentras sumido en una carretera hacia el descubrimiento de la otra persona, y parece ser un recorrido eterno. El paisaje va cambiando durante el trayecto, a veces es más gris, a veces más luminoso, a veces hay baches y a veces hay cuestas excesivamente inclinadas...pero ya no puedes salir. Por esto se complican la vida del hombre, porque, súbitamente y sin planificación, uno se mete en cinco o cincuenta carreteras diferentes y circula por ellas casi sin control.
Lo malo de verdad llega cuando una de esas carreteras te obsesionan y necesitas estar continuamente recorriéndola. Es realmente frustrante cuando crees haber alcanzado una estabilidad y que de repente alguien aparezca y decida desestabilizarlo todo, irrumpiendo en tu mente y nublándola durante días. Aún me pregunto si es posible actuar como si una relación estuviera vetada y cumplir ese veto.

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