Éramos tan felices,
tan libres y sinceros,
tan ciertos,
tan tangibles, demostrables
incontestables.
Éramos un te quiero transformado en llama,
éramos llama y desatamos millones de incendios,
éramos un accidente maravilloso.
Y quisiste que me lo creyera
quisiste que confiara en lo nuestro,
quisiste fundar oficialmente un desastre,
y lo conseguiste.
Diste mil vueltas en avioneta,
hasta que se te acabó la gasolina.
Fue entonces cuando decidiste volar
con el combustible de nuestros sueños.
Adiós gaviota,
vuela lejos y sola.
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