16/7/16

Rescate

A veces me olvido los cascos en casa, eso significa que mi trayecto va a estar acompañado por la monótona voz de esa señora que está encarcelada en el metro. Normalmente en estos casos, antes de bajar las escaleras mecánicas, cojo un plano del metro y espero que me distraiga un poco. Cuando me meto en el tren trato de memorizar una línea por si en alguna ocasión me fuera útil, por probar. Suele acabar en fracaso antes de que la prisionera del metro me informe de que he llegado a mi destino.
El otro día había salido con unos amigos y me tocaba volver sola a casa. Y sin cascos. Qué gran putada. Cogí un plano de metro. Bajé las escaleras. A esa hora nadie o casi nadie te quita el sitio, puedes incluso tumbarte si te apetece. Un chino no paraba de mirar a todo el mundo, no tenía un plano de metro...o ya se lo sabría de memoria, no lo sé, tampoco me importó. El caso es que rebusqué en la riñonera con la esperanza de encontrar unos cascos que claramente no estaban. Cacao, llaves, papel de chicle y boli. Por algún motivo me puse a escribir en el metro. La cerveza de la hora anterior, pese a no haber ayudado previamente, mejoró cuantitativamente mi imaginación e hizo que el viaje se convirtiera en un poema. No estoy enamorado, pero era de amor. No sentía nada, pero salieron palabras. No quería dejar de escribir, pero la mujer estaba obligada a informar.
Y llegué a casa con espuma en el cerebro y palabras en un plano. El poema por suerte, sigue vivo y yo, pido un rescate.

No hay comentarios:

Publicar un comentario